Hubese una vez una Mujer

Hubese una vez, en la hermosa ciudad de Manizales pero desde Bogotá, una mujer que la llamaban Juanita. Una mujer muy, muy especial. Una mujer con una historia larga y complicada pero más que todo una mujer hermosa y ejemplar.
El mes de junio trae bajos muy bajos y altos altísimos. En ese mes, en 1990, falleció mi adorada madre. Pero en ese mes también cumplía años mi abuela Juanita, y cumple años mi nieta Melissa. Melissa cumple tres y aun no la he podido conocer, pero Juanita, eso sí es algo especial. Especial para mí, pero también para muchos otros, y eso por todo el mundo; eso es especial para los Mahés regados por nuestro país, casi todos con floristerías exitosas, uno de los muchos legados de ella. Y es especial para los Padillas, una familia de talentos excepcionales. Y es especial para los Rubianos y para los Garcias de Manizales. Y para su hermosa hija Livia, quien, por bastante más que medio siglo, reside en los Estados Unidos. Y pues, como escribí, para muchísimos.
Juanita Rubiano Valbuena viuda de Mahé y de Restrepo, un nombre largo para una mujer con huellas enormes. Valiente empresaria y emprendedora en una época cuando las mujeres en esos campos no cabían. Líder espiritual, filántropa, madre cabeza de hogar, abuela, bisabuela.
Para mí, en su época, desde el antiguo Hotel Roma que ella fundó, ella era la Reina de Manizales, y luego, de Villa Maria, y luego, en su muy merecida jubilación, la Reina de la Calle Ocho en Miami. Hoy estaría cumpliendo 122 años. Se fue antecitos de cumplir los 101 por su propia decisión, habiendo ya cumplido en esta vida todo lo que quería, en especial, cumplir su siglo, y, además, ver el cambio del milenio, y buscó entonces empezar una vida nueva al otro lado del velo. Seguramente allá fue recibida con mucha felicidad, mucho amor, mucho agradecimiento y felicitaciones por una vida muy completa y bien vivida; recibida por mi madre, y por mi tia Carola, y por mi tío Pacho, y por sus padres, y por sus hermanos, tías y tíos, sobrinos y sobrinas, primos y primas, amigos y amigas, y por muchos otros agradecidos por todas las cosas nobles que por tantos hizo. Una vida que incluyó cosas como cruzar los Andes en mula con su esposo y sus bienes en los 1920s, incluyó criar un hijo y tres hijas, sola, después del fallecimiento de, primero, un esposo médico, y luego, el abandono por un esposo de excelente familia pero pocos valores personales. De casi todo hizo algo, y a su estilo y en su manera. Donó nuestra hermosa finca en Versalles, bajando por donde hoy queda Confamiliares de la 50 y el Colegio Nuevo Gimnasio, como un hogar para niñas embarazadas y rechazadas por sus familias, el “Hogar Juanita”. Lastimosamente, s uno de los poderosos de nuestra región se logró apropiar del terreno, y mucho de él lo vendió, haciéndose aún más rico. Pero así ha sido la vida en nuestro país, por lo menos hasta este 7 de agosto. Ya veremos cómo cambia. Seguramente, desde donde van a descansar los buenos, ella estará mirando.
Mi abuelita adorada y muy, muy admirada. Muy extrañada, aun después de algo más que veintiún años.
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© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2022; todos derechos reservados. Permiso para compartir con atribución.
Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista y analista político, y, académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y a veces se lo cree. Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. Tiene títulos académicos en ciencias políticas, derecho, estudios jurídicos internacionales y estudios de lingüística y traducción. Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.